6-11  Una conciencia tranquila, una esperanza viva y los consuelos del Espíritu Santo, pueden mantener a los hombres tranquilos ante la perspectiva de la muerte; incluso a aquellas personas que han estado más distraídas con terrores por ese motivo. El momento en que Dios ayuda, es cuando las cosas son llevadas al último extremo. Pedro tenía la seguridad de que el Señor haría que esta prueba terminara de la manera que más le conviniera para su gloria. Los que son liberados de la prisión espiritual deben seguir a su Libertador, como los israelitas cuando salieron de la casa de la esclavitud. No sabían a dónde iban, pero sabían a quién seguían. Cuando Dios obrará la salvación de su pueblo, todas las dificultades en su camino serán superadas, incluso las puertas de hierro se abren por sí solas. Esta liberación de Pedro representa nuestra redención por Cristo, que no sólo proclama la libertad a los cautivos, sino que los saca de la cárcel. Pedro, cuando se acordó de sí mismo, se dio cuenta de las grandes cosas que Dios había hecho por él. Así, las almas liberadas de la esclavitud espiritual, al principio no se dan cuenta de lo que Dios ha hecho en ellas; muchos tienen la verdad de la gracia, pero no tienen evidencia de ello. Pero cuando venga el Consolador, que el Padre enviará, tarde o temprano, les hará saber el bendito cambio que se ha producido.

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