8-18 Pablo tuvo una advertencia expresa de sus problemas, para que cuando llegaran, no le sorprendieran ni le aterrorizaran. El aviso general que se nos da, de que a través de mucha tribulación debemos entrar en el reino de Dios, debería ser de la misma utilidad para nosotros. El llanto de ellos comenzó a debilitar y aflojar su resolución ¿No nos ha dicho nuestro Maestro que tomemos nuestra cruz? Le molestaba que le presionaran tanto para que hiciera algo que no podía satisfacer sin agraviar su conciencia. Cuando vemos que se acercan los problemas, nos conviene decir, no sólo: "La voluntad del Señor debe hacerse, y no hay remedio", sino: "Hágase la voluntad del Señor, porque su voluntad es su sabiduría, y él hace todo según su consejo". Cuando viene un problema, esto debe calmar nuestras penas, que se haga la voluntad del Señor; cuando lo vemos venir, esto debe acallar nuestros temores, que se haga la voluntad del Señor; y debemos decir: Amén, hágase. Es un honor ser un viejo discípulo de Jesucristo, haber sido capacitado por la gracia de Dios para continuar por largo tiempo en el cumplimiento del deber, firme en la fe, creciendo más y más experimentado, hasta una buena edad. Y con estos discípulos ancianos uno elegiría alojarse; porque la multitud de sus años enseñará sabiduría. Muchos hermanos en Jerusalén recibieron a Pablo con gusto. Pensamos, tal vez, que si lo tuviéramos entre nosotros, lo recibiríamos de buen grado; pero no deberíamos, si, teniendo su doctrina, no la recibimos de buen grado.

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