11-17 El mal persigue a los pecadores y los enreda en lazos, de los cuales no pueden liberarse. Ahora, en su angustia, sus muchos dioses y sus altares no les sirven de nada. Y aquellos cuyas propias oraciones no serán escuchadas, no pueden esperar el beneficio de las oraciones de los demás. Su profesión de religión será inútil. Cuando surgieron problemas, hicieron de esto su confianza, pero Dios lo ha rechazado. Su altar no les dará satisfacción. El recuerdo de los favores anteriores de Dios para ellos no será un consuelo bajo los problemas; y su recuerdo de ellos no será argumento para su alivio. Todo pecado contra el Señor es un pecado contra nosotros mismos, por lo que se encontrará tarde o temprano.

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