1-11 Aquí hay tres palabras sobre las que se puede hacer hincapié. Sobre la palabra atribulado. No te sientas abatido ni inquieto. La palabra corazón. Que tu corazón se mantenga con plena confianza en Dios. La palabra tu. Por más que otros estén abrumados por las penas de este tiempo, no lo estés tú. Los discípulos de Cristo, más que otros, deben mantener sus mentes tranquilas, cuando todo lo demás está inquieto. Aquí está el remedio contra este problema de la mente: "Cree". Al creer en Cristo como Mediador entre Dios y el hombre, obtenemos consuelo. Se habla de la felicidad del cielo como en la casa de un padre. Hay muchas mansiones, porque hay muchos hijos que serán llevados a la gloria. Las mansiones son moradas duraderas. Cristo será el Consumador de lo que es el Autor o el Principiante; si ha preparado el lugar para nosotros, nos preparará para él. Cristo es el camino del pecador hacia el Padre y hacia el cielo, en su persona como Dios manifestado en la carne, en su sacrificio expiatorio y como nuestro Abogado. Él es la Verdad, como cumplimiento de todas las profecías de un Salvador; creyendo que, los pecadores vienen por él el Camino. Él es la Vida, por cuyo Espíritu vivificador los muertos en el pecado son vivificados. Tampoco puede acercarse a Dios como Padre nadie que no sea vivificado por Él como la Vida, y enseñado por Él como la Verdad, para venir por Él como el Camino. Por Cristo, como el Camino, nuestras oraciones van a Dios, y sus bendiciones vienen a nosotros; éste es el Camino que conduce al descanso, el buen y antiguo Camino. Él es la Resurrección y la Vida. Todos los que vieron a Cristo por la fe, vieron al Padre en Él. A la luz de la doctrina de Cristo, vieron a Dios como el Padre de las luces; y en los milagros de Cristo, vieron a Dios como el Dios del poder. La santidad de Dios brilló en la pureza sin mancha de la vida de Cristo. Hemos de creer en la revelación de Dios al hombre en Cristo; porque las obras del Redentor muestran su propia gloria, y a Dios en él.

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