20-23 Nuestro Señor oró especialmente para que todos los creyentes fueran como un solo cuerpo bajo una sola cabeza, animados por una sola alma, por su unión con Cristo y el Padre en él, por medio del Espíritu Santo que mora en ellos. Cuanto más se discute sobre cosas menores, más se pone en duda el cristianismo. Procuremos mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, rogando que todos los creyentes estén cada vez más unidos en una sola mente y un solo juicio. Así convenceremos al mundo de la verdad y la excelencia de nuestra religión, y encontraremos una comunión más dulce con Dios y sus santos.

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