24-26 Cristo, como uno con el Padre, reclamó en nombre de todos los que le habían sido entregados, y que a su debido tiempo creerían en él, que fueran llevados al cielo; y que allí toda la compañía de los redimidos pudiera contemplar su gloria como su amado Amigo y Hermano, y encontrar allí la felicidad. Había declarado y declararía además el nombre o carácter de Dios, por su doctrina y su Espíritu, para que, siendo uno con él, el amor del Padre hacia él permaneciera también con ellos. Así, estando unidos a Él por un solo Espíritu, podrían ser llenos de toda la plenitud de Dios, y disfrutar de una bendición de la que no podemos formarnos una idea correcta en nuestro estado actual.

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