39-44 Los judíos consideraban que la vida eterna se les revelaba en sus Escrituras, y que la tenían, porque tenían la palabra de Dios en sus manos. Jesús les instó a escudriñar esas Escrituras con más diligencia y atención. "Escudriñáis las Escrituras", y hacéis bien en hacerlo. En efecto, escudriñaban las Escrituras, pero lo hacían con miras a su propia gloria. Es posible que los hombres sean muy estudiosos de la letra de las Escrituras, y sin embargo sean extraños a su poder. O bien, "Escudriñad las Escrituras", y así se les habló en la naturaleza de una apelación. Vosotros profesáis recibir y creer la Escritura, dejad que eso sea lo que juzgue. Se nos habla como aconsejando u ordenando a todos los cristianos que escudriñen las Escrituras. No sólo leerlas y escucharlas, sino escudriñarlas; lo cual denota diligencia en examinarlas y estudiarlas. Debemos escudriñar las Escrituras para el cielo como nuestro gran fin; Porque en ellas pensáis que tenéis la vida eterna. Debemos escudriñar las Escrituras en busca de Cristo, como el Camino nuevo y vivo, que conduce a este fin. A este testimonio, Cristo añade reproches por su incredulidad y maldad, por su abandono de él y de su doctrina. También reprende su falta de amor a Dios. Pero hay vida con Jesucristo para las pobres almas. Muchos que hacen una gran profesión de religión, sin embargo demuestran que les falta el amor de Dios, por su descuido de Cristo y el desprecio de sus mandamientos. Es el amor de Dios en nosotros, el amor que es un principio vivo y activo en el corazón, el que Dios aceptará. Despreciaron y subestimaron a Cristo, porque se admiraron y sobrevaloraron a sí mismos. ¡Cómo pueden creer los que hacen de la alabanza y el aplauso de los hombres su ídolo! Cuando Cristo y sus seguidores son hombres admirados, ¡cómo pueden creer aquellos cuya máxima ambición es hacer un buen espectáculo en la carne!

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