18-30 Muchos tienen muchas cosas muy loables en ellos, pero perecen por falta de alguna cosa; así este gobernante no pudo soportar las condiciones de Cristo, que lo separarían de su hacienda. Muchos que se resisten a dejar a Cristo, sin embargo lo dejan. Después de una larga lucha entre sus convicciones y sus corrupciones, sus corrupciones se imponen. Lamentan mucho no poder servir a ambos; pero si hay que dejar a uno, será a su Dios, no a su ganancia mundana. Su presumida obediencia será un mero espectáculo externo; el amor al mundo, de una u otra forma, está en la raíz. Los hombres suelen hablar demasiado de lo que han dejado y perdido, de lo que han hecho y sufrido por Cristo, como hizo Pedro. Pero más bien deberíamos avergonzarnos de que haya habido algún arrepentimiento o dificultad en hacerlo.

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