47-53 Nada puede ser una mayor afrenta o dolor para el Señor Jesús, que ser traicionado por aquellos que profesan ser sus seguidores, y dicen que lo aman. Hay muchos casos en los que Cristo fue traicionado por aquellos que, bajo la forma de piedad, luchan contra el poder de la misma. Jesús dio aquí un ejemplo ilustre de su propia regla de hacer el bien a los que nos odian, como después lo hizo de orar por los que nos usan despectivamente. La naturaleza corrupta deforma nuestra conducta hasta los extremos; debemos buscar la dirección del Señor antes de actuar en circunstancias difíciles. Cristo estaba dispuesto a esperar sus triunfos hasta que su guerra se cumpliera, y nosotros debemos estarlo también. Pero la hora y el poder de las tinieblas fueron cortos, y así serán siempre los triunfos de los impíos.

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