63-71 Los que condenaban a Jesús por blasfemo, eran los más viles blasfemos. Les remitió a su segunda venida, para la plena prueba de que era el Cristo, para su confusión, ya que no querían admitir la prueba de ello para su convicción. Él mismo reconoce ser el Hijo de Dios, aunque sabía que debía sufrir por ello. En esto basan su condena. Como sus ojos están cegados, se precipitan. Meditemos en esta asombrosa transacción, y consideremos a Aquel que soportó tal contradicción de los pecadores contra sí mismo.

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