1-12 Cristo mostró en parábolas que dejaría de lado a la iglesia judía. Es triste pensar en el vil uso que los fieles ministros de Dios han encontrado en todas las épocas, por parte de aquellos que han disfrutado de los privilegios de la iglesia, pero que no han dado un fruto que responda. Dios envió finalmente a su Hijo, su Bien amado; y cabía esperar que a quien su Maestro amaba, ellos también lo respetaran y amaran; pero en lugar de honrarlo porque era el Hijo y el Heredero, lo odiaron. Pero la exaltación de Cristo fue obra del Señor; y es su obra exaltarlo en nuestros corazones, y establecer allí su trono; y si esto se hace, no puede sino ser maravilloso a nuestros ojos. Las Escrituras, y los predicadores fieles, y la venida de Cristo en la carne, nos llaman a rendir la debida alabanza a Dios en nuestras vidas. Que los pecadores se cuiden de un espíritu orgulloso y carnal; si injurian o desprecian a los predicadores de Cristo, lo habrían hecho a su Maestro, si hubieran vivido cuando él estaba en la tierra.

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