22-32 El lugar donde nuestro Señor Jesús fue crucificado, se llamaba el lugar de un golpe; era el lugar común de ejecución; porque él fue en todos los aspectos contado con los transgresores. Siempre que miremos a Cristo crucificado, debemos recordar lo que estaba escrito sobre su cabeza; es un Rey, y debemos entregarnos para ser sus súbditos, como israelitas de hecho. Crucificaron a dos ladrones con él, y a él en medio; con ello pretendían deshonrarlo. Pero estaba anunciado que sería contado con los transgresores, porque fue hecho pecado por nosotros. Incluso los que pasaban por allí se burlaban de él. Le decían que bajara de la cruz y que creerían; pero no creyeron, aunque les dio una señal más convincente cuando subió del sepulcro. Con qué seriedad buscará la salvación el hombre que cree firmemente en la verdad, tal como la han dado a conocer los sufrimientos de Cristo. Con qué gratitud recibirá la esperanza naciente del perdón y la vida eterna, comprados para él por los sufrimientos y la muerte del Hijo de Dios, y con qué dolor piadoso se lamentará por los pecados que crucificaron al Señor de la gloria.

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