31-37 He aquí la cura de uno que era sordo y mudo. Los que llevaron a este pobre hombre a Cristo, le rogaron que observara el caso, y que pusiera su poder. Nuestro Señor usó más acciones externas en la realización de esta cura que las habituales. Eran sólo signos del poder de Cristo para curar al hombre, para animar su fe y la de los que lo trajeron. Aunque encontramos gran variedad en los casos y en la forma de alivio de los que acudieron a Cristo, todos obtuvieron el alivio que buscaban. Así es todavía en las grandes preocupaciones de nuestras almas.

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