24-27Pedro se sintió seguro de que su Maestro estaba dispuesto a hacer lo correcto. Cristo habló primero para darle una prueba de que no se le puede ocultar ningún pensamiento. Nunca debemos rehusar nuestro deber por temor a ofender; pero a veces debemos negarnos a nosotros mismos en nuestros intereses mundanos, antes que ofender. Sea como fuere que el dinero estuviera alojado en el pez, sólo Aquel que conoce todas las cosas podía conocerlo, y sólo un poder omnipotente podía traerlo al anzuelo de Pedro. El poder y la pobreza de Cristo deben mencionarse juntos. Si la providencia nos llama a ser pobres, como nuestro Señor, confiemos en su poder, y nuestro Dios suplirá toda nuestra necesidad, según sus riquezas en gloria por Cristo Jesús. En el camino de la obediencia, en el curso, tal vez, de nuestro llamado habitual, como ayudó a Pedro, así nos ayudará a nosotros. Y si se presenta alguna llamada repentina, para la cual no estamos preparados, no nos dirijamos a otros, hasta que primero busquemos a Cristo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad