1-7 La gracia del Evangelio nos enseña la sumisión y la tranquilidad, donde el orgullo y la mente carnal sólo ven motivos para la murmuración y el descontento. Independientemente de lo que sean las personas que ejercen la autoridad sobre nosotros, hay que someterse y obedecer el justo poder que tienen. En el curso general de los asuntos humanos, los gobernantes no son un terror para los súbditos honestos, tranquilos y buenos, sino para los malhechores. Tal es el poder del pecado y de la corrupción, que muchos se alejan de los crímenes sólo por el temor al castigo. Tienes el beneficio del gobierno, por lo tanto, haz lo que puedas para preservarlo, y nada para perturbarlo. Esto indica a los particulares que deben comportarse tranquila y pacíficamente donde Dios los ha puesto, 1 Timoteo 2:1; 1 Timoteo 2:2. Los cristianos no deben usar ningún truco o fraude. Todo contrabando, el comercio de mercancías de contrabando, la retención o la evasión de impuestos, es una rebelión contra el mandato expreso de Dios. Así se roba a los vecinos honestos, que tendrán que pagar más; y se instiga a los delitos de los contrabandistas, y a otros que se unen a ellos. Es doloroso que algunos profesantes del Evangelio toleren tales prácticas deshonestas. La lección que aquí se enseña debe ser aprendida y practicada por todos los cristianos, de que los piadosos en la tierra siempre serán encontrados los tranquilos y pacíficos en la tierra, sean cuales sean los demás.

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