Los creyentes deben morir al pecado y vivir para Dios. (1,2) Esto es
instado por su bautismo cristiano y la unión con Cristo. (3-10) Son
hechos vivos para Dios. (11-15) Y son liberados del dominio del
pecado. (16-20) El fin del pecado es la muerte, y el de la santidad la
vida eterna. (21-23)... [ Seguir leyendo ]
1,2 El apóstol insiste mucho en la necesidad de la santidad. No
explica la gracia gratuita del evangelio, pero muestra que la
conexión entre la justificación y la santidad son inseparables.
Aborrezcamos el pensamiento de continuar en el pecado para que la
gracia abunde. Los verdaderos creyentes está... [ Seguir leyendo ]
3-10 El bautismo enseña la necesidad de morir al pecado, y de ser
como enterrado de todas las actividades impías e impiadosas, y de
levantarse para caminar con Dios en una vida nueva. Los profesantes
impíos pueden haber tenido la señal externa de una muerte al pecado
y un nuevo nacimiento a la justi... [ Seguir leyendo ]
11-15 Aquí se exponen los motivos más fuertes contra el pecado y
para imponer la santidad. Habiendo sido liberados del reino del
pecado, vivos para Dios, y teniendo la perspectiva de la vida eterna,
conviene que los creyentes se preocupen mucho por avanzar hacia ella.
Pero, como los deseos impuros n... [ Seguir leyendo ]
16-20 Cada hombre es el siervo del amo a cuyas órdenes se somete; ya
sean las disposiciones pecaminosas de su corazón, en acciones que
conducen a la muerte, o la obediencia nueva y espiritual implantada
por la regeneración. El apóstol se alegró de que obedecieran de
corazón al evangelio, al que fuer... [ Seguir leyendo ]
21-23 El placer y el beneficio del pecado no merecen ser llamados
fruto. Los pecadores no hacen más que arar la iniquidad, sembrar la
vanidad y cosechar lo mismo. La vergüenza vino al mundo con el
pecado, y sigue siendo el efecto seguro de éste. El fin del pecado es
la muerte. Aunque el camino pueda... [ Seguir leyendo ]