8-16 No podemos buscar muy poco de la criatura, ni demasiado del Creador. Podemos tener suficiente de Dios, si oramos por ello con fe. Toda la maldad del mundo se debe a la maldad del hombre. Las personas no son religiosas, porque no lo serán. Dios no es el autor de sus pecados, los deja a los deseos de sus propios corazones y los consejos de sus propias cabezas; si no les va bien, la culpa debe recaer sobre ellos mismos. El Señor no está dispuesto a que ninguno perezca. ¡Qué enemigos son los pecadores para sí mismos! Es el pecado lo que hace que nuestros problemas sean largos y nuestra salvación lenta. Bajo las mismas condiciones de fe y obediencia, ¿tienen los cristianos esas cosas espirituales y eternas que mostraron los campos agradables y las colinas fértiles de Canaán? Cristo es el pan de vida; Él es la Roca de la salvación, y sus promesas son como miel para las mentes piadosas. Pero aquellos que lo rechazan como su Señor y Maestro, también deben perderlo como su Salvador y su recompensa.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad