1-11 El cristianismo enseña a los hombres a estar alegres en los
problemas: tales ejercicios son enviados por el amor de Dios; y las
pruebas en el camino del deber iluminarán nuestras gracias ahora, y
nuestra corona al final. Cuidemos, en tiempos de prueba, que la
paciencia, y no la pasión, se ponga... [ Seguir leyendo ]
12-18 No es dichoso todo hombre que sufre, sino el que con paciencia y
constancia atraviesa todas las dificultades en el camino del deber.
Las aflicciones no pueden hacernos miserables, si no es por nuestra
propia culpa. El cristiano probado será coronado. La corona de la
vida se promete a todos los... [ Seguir leyendo ]
19-21 En lugar de culpar a Dios bajo nuestras pruebas, abramos
nuestros oídos y nuestros corazones para aprender lo que él enseña
con ellas. Y si los hombres quieren gobernar sus lenguas, deben
gobernar sus pasiones. Lo peor que podemos traer a cualquier disputa,
es la ira. Aquí hay una exhortación... [ Seguir leyendo ]
22-25 Si escucháramos un sermón todos los días de la semana, y un
ángel del cielo fuera el predicador, sin embargo, si descansáramos
sólo en escuchar, nunca nos llevaría al cielo. Los meros oyentes se
engañan a sí mismos; y el autoengaño será el peor de los engaños
al final. Si nos halagamos a nosot... [ Seguir leyendo ]
26,27 Cuando los hombres se esfuerzan más en parecer religiosos que
en serlo realmente, es señal de que su religión es vana. El no
refrenar la lengua, la disposición a hablar de las faltas de otros, o
a disminuir su sabiduría y piedad, son señales de una religión
vana. El hombre que tiene una lengua... [ Seguir leyendo ]