** Esta epístola de Santiago es uno de los escritos más instructivos del Nuevo Testamento. Al estar dirigida principalmente contra los errores particulares que en aquel tiempo se introdujeron entre los cristianos judíos, no contiene las mismas declaraciones doctrinales completas que las otras epístolas, pero presenta un admirable resumen de los deberes prácticos de todos los creyentes. Las principales verdades del cristianismo se exponen a lo largo de toda la obra; y si se examina atentamente, se encontrará que concuerda totalmente con las afirmaciones de San Pablo sobre la gracia y la justificación, mientras que abunda en serias exhortaciones a la paciencia de la esperanza y a la obediencia de la fe y el amor, intercaladas con advertencias, reprimendas y estímulos, según los personajes a los que se dirige. Las verdades expuestas son muy serias, y es necesario mantenerlas; y las reglas para la práctica deben ser observadas en todo momento. En Cristo no hay ramas muertas y sin savia, la fe no es una gracia ociosa; dondequiera que esté, da fruto en las obras.
* (1) Cómo acudir a Dios en los problemas y cómo comportarse en las circunstancias prósperas y adversas. (1-11) Considerar que todo mal procede de nosotros mismos, y todo bien de Dios. (12-18) El deber de vigilar contra el temperamento precipitado, y de recibir la palabra de Dios con mansedumbre. (19-21) Y de vivir de acuerdo con ella. (22-25) La diferencia entre las vanas pretensiones y la verdadera religión. (26,27)