14-20 Después de las promesas de quitar el pecado, siga las promesas de quitar los problemas. Cuando se elimina la causa, el efecto cesará. Lo que hace santo a un pueblo, lo hará feliz. Las preciosas promesas hechas a las personas purificadas debían tener pleno cumplimiento en el evangelio. Estos versículos parecen relacionarse principalmente con la futura conversión y restauración de Israel, y los tiempos gloriosos que seguirán. Muestran la paz, el consuelo y la prosperidad abundantes de la iglesia, en los tiempos felices que están por venir. El salvará; él será Jesús; él responderá el nombre, porque salvará a su pueblo de sus pecados. Antes de los tiempos gloriosos anunciados, los creyentes estarían tristes y serían objeto de reproche. Pero el Señor salvará al creyente más débil y hará que los verdaderos cristianos se sientan honrados cuando hayan sido tratados con desprecio. Un acto de misericordia y gracia servirá, tanto para sacar a Israel de sus dispersiones como para guiarlos a su propia tierra. Entonces el Israel de Dios se hará un nombre y una alabanza a la eternidad. Los eventos solos pueden responder completamente el lenguaje de esta profecía. Muchos son los problemas de los justos, pero pueden regocijarse en el amor de Dios. Seguramente nuestros corazones deberían honrar al Señor, y regocijarse en él, cuando escuchemos tales palabras de condescendencia y gracia. Si ahora se mantiene alejado de sus ordenanzas, es nuestra prueba y dolor; pero a su debido tiempo seremos reunidos en su templo arriba. La gloria y la felicidad del creyente serán perfectas, inmutables y eternas, cuando sea liberado de las penas terrenales y llevado a la dicha celestial.

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