Aún estáis en vuestros pecados, es decir, bajo la culpa de ellos. De modo que se necesitaba algo más que una reforma (que se llevó a cabo claramente) para que pudieran ser liberados de la culpa del pecado, incluso esa expiación, cuya suficiencia atestiguó Dios al levantar nuestra gran Fianza de la tumba.

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