Destruyendo todos los razonamientos vanos y todo lo alto que se enaltece a sí mismo - Como muro o muralla. Contra el conocimiento de Dios, y trayendo todo pensamiento - O, más bien, facultad de la mente. En cautiverio a la obediencia de Cristo - Esos malos razonamientos son destruidos. La mente misma, vencida y tomada cautiva, deja toda su autoridad y se entrega por completo para realizar, en el tiempo venidero, a Cristo, su vencedor, la obediencia de la fe.

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