Fuiste forastero y recibiste de ellos habitación, protección y provisión durante mucho tiempo, bondad que no debes olvidar por la persecución que siguieron. Es común entre los hombres que una herida borre el recuerdo de veinte cortesías; pero Dios no nos trata así, ni quiere que lo hagamos con los demás, sino que nos manda que olvidemos las injurias y recordemos las bondades.

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