Y los hijos de Israel fueron fructíferos y se multiplicaron en abundancia, como peces o insectos, de modo que se multiplicaron; y siendo en general saludables y fuertes, se hicieron muy poderosos, de modo que la tierra se llenó de ellos, al menos Gosén, su propia parcela. Este maravilloso aumento fue el producto de la promesa hecha mucho antes a los padres. Desde el llamado de Abraham, cuando Dios le dijo por primera vez que lo haría una gran nación, hasta la liberación de su descendencia de Egipto, fueron 430 años; durante los primeros 215 de los cuales, se incrementaron a 70, pero en la segunda mitad, esos 70 se multiplicaron a 600.000 combatientes.

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