Ahora bien, el mediador no es el mediador de una sola: debe haber dos partes o no puede haber mediador entre ellas; pero Dios, quien le hizo la promesa gratuita a Abraham, es solo una de las partes. El otro, Abraham, no estaba presente en la época de Moisés. Por tanto, en la promesa, Moisés no tenía nada que hacer. La ley, en lo que a él concernía, era una transacción de otra naturaleza.

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