E Isaac amaba a Esaú; aunque él mismo no era un hombre conmovedor, amaba tener a su hijo activo. Esaú sabía cómo complacerlo y le mostró un gran respeto, tratándolo a menudo con carne de venado, que le ganó más de lo que uno hubiera pensado. Pero Rebeca amaba al amado de Dios.

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