Y Dios bendijo a Noé y a sus hijos; les aseguró su buena voluntad para con ellos y sus misericordiosas intenciones con respecto a ellos. Aquí se renueva la primera bendición: Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra, y se repite, Génesis 9:7 ; porque la raza de la humanidad iba a empezar de nuevo. En virtud de esta bendición, la humanidad se multiplicaría y perpetuaría sobre la tierra; para que en poco tiempo todas las partes habitables de la tierra estén más o menos habitadas; y aunque 'una generación debe pasar, otra generación debe venir, de modo que la corriente de la raza humana sea abastecida con una sucesión constante, y corra paralela a la corriente del tiempo,' hasta que ambas sean tragadas por el océano de eternidad.

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