Y empezaron a hablar en otras lenguas - El milagro no estaba en los oídos de los oyentes (como algunos han supuesto inexplicablemente) sino en la boca de los que hablaban. Y esta familia alabando a Dios juntamente, con las lenguas de todo el mundo, era una garantía de que el mundo entero a su debido tiempo alabaría a Dios en sus diversas lenguas. Como el Espíritu les dio expresión, Moisés, el tipo de la ley, era de lengua lenta; pero el Evangelio habla con fuego y fuego.

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