Tu gran nombre, que en esta ocasión será blasfemado y acusado de inconstancia y de incapacidad para resistirlos, o para hacer a tu pueblo el bien que te proponías. El nombre de Dios es un gran nombre, sobre todo nombre. Y pase lo que pase, debemos orar para que esto no se contamine. Esta debe ser nuestra preocupación más que cualquier otra cosa: en esto debemos fijar nuestros ojos: y no podemos pedir mejor súplica que esta: Señor, ¿qué harás por tu gran nombre? ¡Que Dios sea glorificado en todo y luego reciba toda su voluntad!

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