Sin número, es decir, tantos que no fue fácil numerarlos. Y no en un ejército regular para participar, sino en un enjambre confuso, para saquear el país. Sin embargo, Israel, desamparado por Dios, no tuvo espíritu para hacer frente a ellos; Dios luchando contra ellos con esos mismos terrores, con los que de otro modo habría luchado por ellos.

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