Procura no despreciar a ninguno de estos pequeños, como si estuvieran por debajo de tu atención. Cuídate de recibir y no ofender al más débil creyente en Cristo: por muy insignificantes que te parezcan algunos de ellos, los mismos ángeles de Dios tienen un cargo especial sobre ellos: incluso los del orden más alto, que continuamente aparecen en el trono del Altísimo. Contemplar el rostro de Dios parece significar la espera cerca de su trono; y ser una alusión al oficio de los ministros principales en las cortes terrenales, que dialogan diariamente con sus príncipes.

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