Aquí hay otro ejemplo de esa transposición, donde de las dos cosas propuestas, se trata primero de la última. No des - a los perros - para que no se vuelvan y te desgarren; No eches - a los cerdos - para que no los pisoteen. Sin embargo, aun entonces, cuando la viga es arrojada fuera de tu propio ojo, No des; es decir, no hables de las cosas profundas de Dios a aquellos a quienes sabes que se están revolcando en el pecado. ni cuentes las grandes cosas que Dios ha hecho por tu alma a los miserables profanos, furiosos y perseguidores. No hables de perfección, por ejemplo, con el primero; no de tu experiencia a este último. Pero nuestro Señor de ninguna manera nos prohíbe reprender, como es la ocasión, tanto a uno como a otro.

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