Epístola LIX de Cipriano

o nuestra obra dirá Él ahora: "¡Estuve cautivo, y vosotros me redimisteis!" Y puesto que de nuevo dice: "Estuve en la cárcel, y vosotros vinisteis a mí", cuánto más será cuando comience a decir: "Estuve en el calabozo del cautiverio, y permanecí encerrado y atado entre bárbaros, y de esa prisión de esclavitud me libraste", estando a punto de recibir una recompensa del Señor cuando venga el día del juicio. Finalmente, le damos las gracias más vivas por haber querido que seamos partícipes de su angustia,[8]

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