Llorando sobre la ciudad de Jerusalén Mateo 23:34-39 : Dios había hecho mucho para guiar religiosamente a los judíos. Envió profetas, sabios y escribas. Los judíos rechazaron el camino de Dios y los hombres de Dios. "A algunos de ellos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad.

" ( Mateo 23:34 ) Ahora eran culpables ante el Creador. "Para que venga sobre ti toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien mataste entre el templo y el altar.” ( Mateo 23:35 )

Jesús no se dio por vencido con los judíos. Los miró con amor, misericordia, compasión y el deseo de que se arrepintieran de sus pecados y vivieran piadosamente para Cristo Jesús. Lamentó compasivamente el hecho de que Jerusalén había rechazado a Dios. Lloró y dijo: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus pollitos debajo de las alas, y no fuisteis dispuesto!..." ( Mateo 23:37-38 )

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