εἶς δὲ τῶν … κακούργων . En San Mateo y San Marcos se nos dice que ambos ladrones lo “injuriaron”. Aquí entonces podríamos suponer que había una discrepancia irreconciliable. Pero aunque los evangelistas a veces parecen estar al borde mismo de la contradicción mutua, no se puede aducir ningún caso de contradicción de sus páginas independientes. La razón de esto es en parte que escribieron la simple verdad, y en parte que escribieron bajo la guía divina.

La explicación de la aparente contradicción radica en las palabras griegas utilizadas. Los dos primeros sinópticos nos dicen que ambos ladrones durante una parte temprana de las horas de la crucifixión reprocharon a Jesús (ὠνείδιζον), pero aprendemos de San Lucas que solo uno de ellos usó un lenguaje injurioso e insultante para Él (ἐβλασφήμει). Si fueran seguidores de Barrabás o de Judas de Galilea, no reconocerían más mesianismo que el de la espada, y podrían, en su desesperación y agonía, unirse a los reproches dirigidos por todas las clases por igual a Aquel que les parecería haber arrojado lejos una gran oportunidad.

Era bastante común que los hombres en la cruz hablaran a la multitud, e incluso hicieran arengas (por ejemplo, véase mi Vida de Cristo , II. 409, n.); pero Jesús, en medio de este rugido universal de execración de la turba, los sacerdotes, los soldados e incluso estos miserables compañeros de sufrimiento, colgó de la Cruz en un silencio manso y terrible.

οὐχὶ σὺ εἶ ὁ Χριστός ; ¿No eres tú el Cristo? אBCL.

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