Comentario de Catena Aurea
Juan 3:31-32
Ver 31. El que de arriba viene es sobre todos: el que es de la tierra es terrenal, y habla de la tierra: el que viene del cielo es sobre todos. 32. Y lo que ha visto y oído, eso da testimonio;
CHRYS. Como el gusano roe la madera y enmohece el hierro, así la vanagloria destruye el alma que la acaricia. Pero es una falta muy obstinada. Juan con todos sus argumentos difícilmente puede someterlo en sus discípulos: porque después de lo que ha dicho arriba, él dijo una vez más: El que de arriba viene es sobre todos: es decir, Tú exaltas mi testimonio, y dices que el testimonio es más digno ser creído, que aquel de quien da testimonio. Sepan esto, que El que viene del cielo, no puede ser acreditado por un testigo terrenal. Él está por encima de todo; siendo perfecto en sí mismo, y por encima de toda comparación.
TEOFILO. Cristo viene de lo alto, como descendiendo del Padre; y es sobre todo, como elegido con preferencia a todos. ALCUINO. O, viene de arriba; es decir, desde la altura de la naturaleza humana que existía antes del pecado del primer hombre. Porque fue esa naturaleza humana la que asumió la Palabra de Dios: no tomó sobre sí el pecado del hombre, como tomó su castigo.
El que es de la tierra, es de la tierra; es decir, es terrenal, y habla de la tierra, habla cosas terrenales. CHRYS. Y, sin embargo, no era del todo de la tierra; porque tenía un alma, y participó de un espíritu, que no era de la tierra. ¿Qué quiere decir entonces al decir que es de la tierra? Sólo para expresar su propia inutilidad, que es uno nacido en la tierra, arrastrándose por el suelo, y no para ser comparado con Cristo, que viene de lo alto.
Habla de la tierra, no quiere decir que habló de su propio entendimiento; sino que, en comparación con la doctrina de Cristo, habló de la tierra: como si dijera: Mi doctrina es mezquina y humilde, comparada con la de Cristo; como corresponde a un maestro terrenal, comparado con Aquel, en Quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento.
AGO. O, habla de toda la tierra, dijo del hombre, es decir, de sí mismo, en cuanto habla meramente humanamente. Si dice debe ser divino, es iluminado por Dios para decirlo: como dijo el Apóstol; Mas no yo, sino la gracia de Dios que estaba conmigo. Juan entonces, en lo que se refiere a Juan, es de la tierra, y habla de la tierra: si oyes algo divino de él, atribúyelo al Iluminador, no al que ha recibido la luz.
CHRYS. Habiendo corregido los malos sentimientos de sus discípulos, viene a hablar más profundamente sobre Cristo. Antes de esto, hubiera sido inútil revelar las verdades que aún no podían ganar un lugar en sus mentes. Se sigue, pues, El que viene del cielo.
BRILLO. Es decir, del Padre. Él es sobre todo de dos maneras; primero, en cuanto a su humanidad, que era la del hombre antes de pecar; segundo, en cuanto a la altura del Padre, a quien Él es igual.
CHRYS. Pero después de esta mención alta y solemne de Cristo, su tono baja: Y lo que ha visto y oído, eso da testimonio. Como nuestros sentidos son nuestros canales más seguros de conocimiento, y se depende más de los maestros que han captado por la vista o por el oído lo que enseñan, Juan añade este argumento a favor de Cristo, que, lo que ha visto y oído, eso testifica: es decir que todo lo que dijo es verdad. Quiero, dijo Juan, oír qué cosas ha visto y oído Aquel que viene de lo alto, es decir, lo que Él, y sólo Él, sabe con certeza.
TEOFILO. Cuando oigáis, pues, que Cristo habla lo que vio y oyó del Padre, no penséis que necesita ser enseñado por el Padre; pero sólo que ese conocimiento, que Él tiene naturalmente, es del Padre. Por eso se dice que ha oído, todo lo que sabe, del Padre.
AGO. Pero ¿qué es lo que el Hijo ha oído del Padre? ¿Ha oído la palabra del Padre? Sí, pero Él es la Palabra del Padre. Cuando concibes una palabra con la que nombrar una cosa, la concepción misma de esa cosa en la mente es una palabra. En ese momento como tienes en tu mente y contigo tu palabra hablada; así también Dios pronunció la Palabra, es decir, engendró al Hijo. Ya que el Hijo es la Palabra de Dios, y el Hijo nos ha hablado la Palabra de Dios, nos ha hablado la palabra del Padre. Por lo tanto, lo que dijo Juan es cierto.