Ver. 72. Para realizar la misericordia prometida a nuestros antepasados, y para recordar su santo pacto; 73. El juramento que hizo a nuestro padre Abraham, 74. Que nos concedería.

TEÓFILO; Habiendo anunciado que el Señor, según la declaración del Profeta, nacería de la casa de David, ahora dice que el mismo Señor para cumplir el pacto que hizo con Abraham nos entregará, porque principalmente a estos patriarcas de la familia de Abraham A la simiente se le prometió el recogimiento de los gentiles, o la encarnación de Cristo. Pero David es puesto primero, porque a Abraham le fue prometida la santa asamblea de la Iglesia; mientras que a David se le dijo que de él nacería Cristo. Y por tanto, después de lo que se dijo de David, añade acerca de Abraham las palabras: Para realizar la misericordia prometida a nuestros padres, etc.

ORIGEN; Pienso que en la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, tanto Abraham como Isaac y Jacob fueron partícipes de su misericordia. Porque no es de creerse que los que antes vieron su día, y se alegraron, no sacarán después provecho alguno de su venida, como está escrito: Habiendo hecho la paz por la sangre de su cruz, sea en la tierra o en cielo.

TEOFILO. La gracia de Cristo se extiende incluso a los que están muertos, porque por medio de él resucitaremos, no sólo nosotros, sino también los que han estado muertos antes que nosotros. Él realizó Su misericordia también a nuestros antepasados ​​al cumplir todas sus esperanzas y deseos. De aquí se sigue: Y para acordarse de su santo pacto, aquel pacto, a saber, en el cual dijo: Bendiciendo, os bendeciré, y multiplicando, os multiplicaré.

Porque Abraham se multiplicó en todas las naciones, los cuales llegaron a ser sus hijos por adopción, siguiendo el ejemplo de su fe. Pero también los padres, viendo que sus hijos gozan de estas bendiciones, se regocijan juntamente con ellos, como si recibieran la misericordia en sí mismos. De aquí se sigue: El juramento que hizo a nuestro padre Abraham, que nos lo concedería a nosotros.

ALBAHACA; Pero que nadie, al oír que el Señor había jurado a Abraham, se sienta tentado a jurar. Porque como cuando se habla de la ira de Dios, no significa pasión sino castigo; así tampoco Dios jura como hombre, sino que su palabra se nos expresa en verdad en lugar de un juramento, confirmando con una sentencia inmutable lo que prometió.

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