Verso 15. No améis al mundo.

Esta exhortación está dirigida a las tres clases de creyentes antes mencionadas. No améis al mundo, es decir, las malas prácticas de los hombres en el mundo; ni las cosas que están en el mundo, es decir, no sólo los tesoros y las ambiciones del mundo, sino también todos los males del mismo, tales como los deseos desenfrenados de la carne, los placeres del apetito y las pasiones; en fin, todos los males que desvían del amor de Dios, y del camino recto que él manda aquel camino recto en que Cristo, nuestro gran modelo, anduvo delante de Dios, haciendo su voluntad

Si alguno ama al mundo.

Aquí tenemos una declaración sin salvedades. El que busca las ambiciones y las cosas de este mundo, y los placeres de la vida solamente, no tiene amor por el Padre. Ese amor no está en él. No se equivoque aquí. "Por sus frutos los conoceréis". El amor de Dios no se manifiesta en luchas por las cosas de este mundo, ni en la búsqueda de sus placeres.

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