ANÁLISIS.

Cuando se hacían profecías al mundo, aun en aquellos tiempos había falsos profetas. Así que en vuestro tiempo vendrán entre vosotros falsos maestros, astutamente trayendo a vuestra atención e instando a vuestra atención herejías dañinas, herejías que condenarán; yendo tan lejos como para negar a Jesucristo como Señor, quien los compró por su muerte. Estos traen sobre sí mismos una destrucción segura y rápida. Muchos serán persuadidos por estos falsos maestros para que acepten y actúen de acuerdo con sus enseñanzas.

Por causa de los que van tras estos falsos maestros, la verdad se escandalizará. Estos falsos maestros, siendo avaros, con discursos hipócritas tratarán de ganar, para así poder sacar provecho de ustedes. Para mostrarles que su castigo es seguro, llamo su atención a los tratos de Dios con los ángeles que pecaron, con los impíos en los días de Noé, y el destino de las ciudades impías de Sodoma y Gomorra: todas fueron destruidas por la injusticia.

Noé era justo, al igual que Lot. Ambos se salvaron. Dios sabe cómo salvar a los buenos, mientras que el castigo de los malos cae sobre ellos. Los hombres que son malvados exhiben su carácter al andar según los dictados de los deseos carnales. Son presuntuosos, dependiendo de sus propios poderes. Hablan en contra de los oficiales en autoridad. En esto los ángeles nunca se complacieron, sino que estos malvados actúan como bestias que perecen.

Son manchas y defectos en el cuerpo político. Tan dispuestos están que no pueden dejar de pecar. Engañan a las almas inestables. Sus corazones están puestos en hacer todo lo que les traerá ganancia. Son hijos de la maldición, habiendo renunciado a la forma correcta de actuar. En este aspecto son como Balaam, que estaba ansioso por recibir el pago por una mala acción. Su acción fue la de la locura, y fue reprendida por la bestia que montaba.

Estos malvados son fuentes que no tienen agua, y nubes que no engañan a la lluvia. A estos les está reservada la negrura de las tinieblas como su porción final. Seducen apelando en voz alta a los deseos de la carne. Prometen libertad, mientras que ellos mismos están en la más absoluta esclavitud. El que escapa de todas estas contaminaciones a través del evangelio de Cristo, y se vuelve a enredar, está peor que si nunca hubiera creído. Es como un perro que vuelve a su vómito, o una cerda una vez lavada para revolcarse de nuevo en el lodo y el fango.

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