doscientos hombres… que eran llamados invitados a la fiesta del sacrificio como invitados de Absalón. Con toda probabilidad eran hombres distinguidos y, naturalmente, serían considerados, tanto en Jerusalén como en Hebrón, como cómplices de la conspiración. Sin duda Absalón esperaba que muchos de ellos, viéndose así comprometidos, y viendo el número de sus partidarios, se decidieran a unirse a él; o en su defecto, podrían ser retenidos como rehenes.

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