Génesis 19:38

Ben-ammi "El hijo de mi pueblo"; o "el hijo de la familia de mi padre"; ver Génesis 17:14 . "Hasta el día de hoy", cf. Génesis 26:33 ; Génesis 32:32 ; Génesis 35:20 ; Génesis 47:26 (J).

No es necesario que consideremos esta historia repulsiva como una historia literal. Debe incluirse entre las narrativas populares que se desarrollaron en torno al origen tradicional de los nombres propios. Se ha sostenido que la tradición pudo haber tenido un origen moabita local relacionado con alguna caverna famosa, y que la gente de Moab y Amón pudo haber tenido una antigua creencia de que sus razas surgieron en tiempos prehistóricos del mismo ancestro, de acuerdo con este cuento. Sin duda, hubo antiguos pueblos orientales a quienes el incesto aquí descrito no les hubiera parecido en modo alguno atroz.

Por supuesto, también es posible que la historia, tal como la tenemos en Gen., refleje los sentimientos de amargura y odio que sentían los israelitas hacia sus vecinos del lado este del Jordán. La antipatía expresada en Deuteronomio 23:3 y Nehemías 13:1-2 bien puede explicar la circulación de tradiciones acerca de la filiación de estos dos pueblos, combinando una explicación popular de sus nombres con desprecio y reproche en cuanto a su origen.

Nuevamente, es concebible que esta historia pueda contener un fragmento de una tradición, Moabita y Amonita en su derivación, que registró alguna catástrofe estupenda, de la cual, por el favor de la Deidad, solo Lot y sus hijas, de todos los habitantes. del mundo, fueron salvos. La historia puede entonces haber sido considerada como un reflejo no de ignominia, sino de honor, para aquellos que fueron los medios para preservar a toda la raza humana del peligro de extinción.

Hay plausibilidad en esta teoría de Gunkel. Las palabras de la hija mayor, "no queda ni un hombre", parecen implicar que todos los habitantes de la tierra habían sido aniquilados. Nuestra ignorancia de las primeras tradiciones moabitas nos impide ir más allá de admitir la posibilidad de tal explicación.