Pero gritaron más "¿Por qué y para qué?" No hubo preguntas con ellos. Ellos estaban resueltos a tener Su vida. Nada más lo satisfaría. El grito se mantuvo ininterrumpido: ¡Fuera este hombre, crucifícale! ¡Crucifícalo! En vano protestaba Pilato. En vano se lavó las manos abiertamente delante de todos ( Mateo 27:24 ) en señal de su convicción de la perfecta inocencia del Acusado. Su vacilación en la etapa inicial del juicio estaba trayendo sus terribles consecuencias.

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