10-21. (10) " Entonces Pablo respondió (el gobernador le hizo señas para que hablara): Sabiendo que tú has sido por muchos años juez de esta nación, con más alegría me defiendo: (11) porque puedes saber que hay no han pasado más de doce días desde que subí a adorar en Jerusalén. (12) Y ni en el templo, ni en las sinagogas, ni en los alrededores de la ciudad, me hallaron disputando con alguno, ni provocando sedición entre la multitud; (13) ni pueden probar las cosas de que me acusan.

(14) Pero esto os confieso, que según el camino que ellos llaman secta, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que están en la ley y las escritas por los profetas, (15) teniendo esperanza en Dios, que ellos mismos también albergan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. (16) Y en esto me esfuerzo por tener siempre una conciencia sin ofensa hacia Dios y hacia los hombres.

(17) Ahora bien, después de muchos años, vine a presentar limosnas a mi nación, y ofrendas, (18) en medio de las cuales, ciertos judíos de Asia me encontraron en el templo, limpio, no con multitud ni con tumulto. (19) Ellos deben estar aquí delante de ti y acusarme, si tienen algo contra mí. (20) O que éstos mismos digan si encontraron algún mal en mí cuando estaba de pie ante el Sanedrín, (21) excepto en referencia a esta única frase que pronuncié estando entre ellos, Acerca de la resurrección de los muertos, estoy cuestionado por ti este día. "

Este discurso contiene una respuesta distinta a cada especificación hecha por Tértulo. En respuesta a la acusación de incitar a la sedición, muestra primero que habían pasado sólo doce días desde que subió a Jerusalén. Como ya habían pasado cinco días desde que salió de allí, y había estado en prisión un día antes de partir, su estadía anterior allí podría haber sido solo seis días, lo que no habría dado tiempo suficiente para provocar sedición.

Además, no pudieron probar que estuviera involucrado en disputas con alguien, en el templo, en las sinagogas o en cualquier partido de la ciudad. En cuanto a ser cabecilla de la secta de los nazarenos, confiesa francamente que pertenece a lo que ellos llaman una secta: sin embargo cree en toda la ley y los profetas, espera una resurrección de los muertos, y se esfuerza habitualmente por conducir una vida consciente.

Finalmente, en referencia a la acusación de profanar el templo, lo que implica una falta de respeto al pueblo judío, declara que el objeto mismo de su visita a Jerusalén era llevar limosna al pueblo; y que cuando los judíos de Asia lo prendieron en el templo, fue purificado y se ocupó de la limosna y las ofrendas del templo. Para concluir, señala el hecho significativo, que quienes primero lo apresaron, y sabían lo que hacía, no estaban allí para declarar; mientras que desafía a los que estaban presentes a declarar un solo acto suyo que estuvo mal, a menos que fuera la ofensa muy atroz de declarar que creía, con la gran masa de los judíos, en la resurrección de los muertos. Se hizo el último punto, y se presentó en la forma irónica que tiene,

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