la cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador; —Literalmente derramado en abundancia. El día de Pentecostés se derramó el Espíritu Santo. Y cuando se cumplió el día de Pentecostés, estaban todos unánimes en un mismo lugar. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados. Y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, y se asentó sobre cada uno de ellos.

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran ( Hechos 2:1-4 ).

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