Opción múltiple sobre el capítulo diez

1.

Nuestros cuerpos deben ser:

1.

Lavado.

2.

Cubierto en su totalidad.

3.

Purgado.

4.

Espolvoreado.

2.

Cada sacerdote se levanta día a día haciendo sacrificios que pueden:

1.

Nunca ser visto por Dios.

2.

Nunca tomes el lugar de Cristo.

3.

Nunca quites los pecados.

3.

Entraremos en el Lugar Santo:

1.

por estudio.

2.

Bondad de Dios.

3.

Sangre de Cristo.

4.

Los sacrificios en el Antiguo Testamento eran:

1.

Un recuerdo hecho de los pecados cada año.

2.

Se realizarían semestralmente.

5.

Si el justo retrocede:

1.

Dios lo pasará por alto ya que una vez que somos salvos, siempre somos salvos.

2.

Es prueba de que él nunca fue salvo en primer lugar.

3.

Dios no se complacerá en él.

RESUMEN DEL CAPÍTULO DIEZ

Los primeros dieciocho versículos del Capítulo Diez concluyen la enseñanza sobre el ministerio de Jesús como Sumo Sacerdote que comenzó en Hebreos 8:1 y según ese versículo es el punto principal del libro.

Se vuelve a señalar la debilidad de la ofrenda continua del sistema del Antiguo Testamento, pues no podían limpiar la conciencia del pecado. Pero la ofrenda del cuerpo de Jesús, en armonía con la voluntad de Dios como lo indica la escritura, hizo lo que todos los sacrificios de animales no pudieron hacer. Así que cuando Cristo hubo hecho la única Ofrenda con su efecto permanente, asumió Su posición a la diestra del trono de Dios como Rey y Sacerdote.


El resto del capítulo, como se sugiere en el bosquejo, comienza la aplicación de este tema doctrinal en la forma de un llamado final a la fidelidad. A la luz de la eficacia de la ofrenda de Cristo, ¿por qué debería uno abandonarlo como Sumo Sacerdote y Rey por las cosas débiles de la vida anterior bajo el sacerdocio levítico? Teniendo en cuenta los privilegios disfrutados bajo Cristo, se hace el llamado a soportar con paciencia la prueba que pueda venir y finalmente recibir la recompensa de la fidelidad.

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