La historia de la mujer [1], cuyo hijo Eliseo había resucitado, nos da una pequeña imagen de todos los tratos de Dios con Israel. Durante largos años, según lo determinado por Jehová, Israel se ve privado de todo; pero Dios les ha guardado todo, y en el día de la bendición todo les será restaurado; y recibirán el doble del fruto de sus años de aflicción. Es el hijo restaurado a la vida el que trae bendición.

Sin embargo, los juicios de Dios se están cumpliendo. Eliseo va a Damasco, y Hazael, la vara de Jehová para castigar a Su pueblo, es puesto en el trono de Siria. Por otro lado, Eliseo es reconocido por los mismos gentiles. El Espíritu de Dios se da cuenta de las consecuencias de la alianza de Judá con Israel; pero con esta excepción, Judá por el momento está fuera de la vista.

Nota 1

Me parece que Giezi se encuentra aquí en una posición penosa. Herido por la mano de Dios, porque su corazón se aferró a la tierra, aun en presencia del poderoso y sufrido testimonio de Jehová, ahora es un parásito en la corte del rey, relatando las cosas maravillosas en las que ya no participó. Este pobre mundo se cansa lo suficiente de sí mismo como para llevarle a tener cierto placer en escuchar hablar de cualquier cosa que tenga realidad y poder.

Siempre que no llegue a la conciencia, lo escucharán para su diversión, atribuyéndose tal vez el mérito de una mente amplia y liberal, que no está esclavizada por lo que aún pueden reconocer filosóficamente en su lugar. Pero esa es una posición triste, que hace evidente que antes estábamos conectados con un testimonio, mientras que ahora solo contamos sus maravillas en la corte. Sin embargo, Dios se sirve de ello; y no se sigue que no haya verdad en Giezi. Pero levantarse en el mundo y entretener al mundo con las maravillas de Dios es caer muy profundamente.

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