El capítulo 1 presenta de la manera más clara y sencilla la seguridad del pleno disfrute de la bendición; pero aun así, aunque haya afecto, todo se caracteriza más por el deseo que por la paz. Y después de esto encontramos ejercicios de corazón, que llevan a una comprensión plena del afecto del Amado. Hay progreso en esta inteligencia, y eso a pesar de las faltas y perezas del corazón, lo que da un nuevo valor al afecto que se ejercita.

Este modo de instrucción se encuentra en los Salmos, en los que los primeros Versículos dan frecuentemente la tesis y el resultado, al que se llega por circunstancias que luego se detallan. Además de la tranquilidad del afecto que subsiste en una relación conocida, hay otro signo de un afecto en ejercicio cuando la relación no está formalmente establecida. El corazón está ocupado con las cualidades, con los rasgos del Amado.

Cuando, por el contrario, se posee el objeto, es con ese objeto mismo que se ocupa el corazón. Sin duda las cualidades son fuente de felicidad; pero mientras el cargo da el goce de éstos, se piensa en la persona que los manifiesta. La gracia, la bondad o cualidades similares pueden atraer al corazón y éste se ocupa de ellas. Pero, una vez formada la relación, es la persona en la que pensamos, cuyas cualidades son ahora, por así decirlo, nuestras.

La amada habla mucho aquí de las cualidades de su Amado; le encanta hablar de ellos y de los demás. Puede decirse que el Amado lo hace aún más, aunque sabe la relación que tiene con ella. Esto es cierto; pero, como ella aún no está en él, Él está dispuesto a tranquilizarla con respecto a su valor a Sus ojos. Por lo tanto, habla constantemente de ello para sí misma. Además, esto es adecuado a la posición del hombre y de la mujer, tanto más cuanto que se trata realmente de Cristo mismo.

Cristo, en cierto sentido, se basta a sí mismo. Él no necesita ir y hablar con otros de lo que está en Su corazón. Su amor es un amor de gracia. Pero es infinitamente precioso para nosotros, cuando, en nuestra total indignidad, podemos dudar de la posibilidad de Su afecto, incluso porque es tan inestimable, y muy conmovedor, así como precioso, verlo manifestar Su sentido del valor de ella. que su hermosura es perfecta a sus ojos, que ha observado todos sus rasgos, que una sola mirada ha arrebatado su corazón, que su paloma, su inmaculada, es la única, que en ella no hay mancha. Hay gracia perfecta en este testimonio tranquilizador del papel del Esposo. Es el tema principal de Su discurso. Es lo que su corazón necesitaba.

Hay mucha más variedad en los ejercicios de su corazón; incluso hay fracasos y penas que surgen de sus faltas. También hay un progreso evidente en su seguridad. El canto comienza con la declaración de la novia de que su corazón necesita este testimonio. Ella reconoce que es negra, a causa de los abrasadores rayos del sol de la aflicción. Ella busca cobijo en la presencia de su Amado, que hace descansar su rebaño al mediodía.

Ella le pertenecería sólo a Él. Ahora teme vagar entre los pastores de Israel. Pero si el Espíritu del Señor le recuerda aquellos testimonios anteriores de la ley y de los profetas, su corazón no se calla, y el corazón del Amado se desborda en el testimonio de su valor a Sus ojos. La conveniencia de todo esto para el remanente en los últimos días es evidente. El resto del capítulo contiene testimonios de cariño, que presentan la idea que es la tesis del libro.

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