Cantares de los Cantares 5:1-16
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El capítulo 5 nos da otra experiencia. La intimidad se formó a través del testimonio del afecto del Esposo. El corazón tranquilizado, seguro de su amor, exhibe su pereza. ¡Ay, qué corazones son los nuestros! Volvemos a nosotros mismos tan pronto como somos consolados por el testimonio del amor del Señor. El corazón sensible y justo del Esposo actúa sobre su palabra, y Él se retira de quien no escucha Su voz.
Ella se levanta para aprender su propia locura, y la justa delicadeza, con respecto a sí misma, de Sus caminos a quienes había despreciado. ¡Cuántas veces, ay! ¡Actuamos de la misma manera con respecto a la voz de Su Espíritu y las manifestaciones de Su amor! ¡Qué terrible pérdida, pero, por gracia, qué lección! Es castigada por los que velan por la paz de Jerusalén. ¿Qué tenía que hacer en las calles de noche, ella a quien el Esposo había buscado en casa? Y ahora su mismo afecto la expone al reproche, la expresión de su energía la coloca en una posición que prueba que ha despreciado a su Amado.
Si no estamos en el goce pacífico del amor de Cristo, donde Él se encuentra con nosotros en la gracia, la misma fuerza de nuestro afecto y nuestra propia condenación nos hace exhibir este afecto fuera de lugar, en cierto sentido, y ponernos en contacto con aquellos que juzgan nuestra posición. Era la disciplina adecuada para que un vigilante la usara con una mujer que andaba errante, cualquiera que fuera la causa.
Los testimonios de su cariño a su Amado en casa, el amor de su propio corazón, no conciernen al centinela. El afecto puede existir; pero tiene que ver con el orden y con un andar devenir. Sin embargo, su afecto fue real y llevó a una expresión ardiente de todo lo que su Amado era para ella, una expresión dirigida a los demás, que debían comprenderla; no al centinela, sino a sus propios compañeros. Pero si la pereza le había impedido recibirlo en las visitas de su amor, su corazón, ahora disciplinado por el centinela y vuelto de nuevo a su Amado, rebosante de sus alabanzas, siendo enseñado por Dios, sabe dónde encontrarlo.