Éxodo 23:1-33
1 “No suscitarás rumores falsos ni te pondrás de acuerdo con el impío para ser testigo perverso.
2 “No seguirás a la mayoría para hacer el mal. No testificarás en un pleito, inclinándote a la mayoría, para pervertir la causa.
3 Tampoco harás favoritismo al pobre en su pleito.
4 “Si encuentras extraviado el buey o el asno de tu enemigo, devuélveselo.
5 Si ves caído debajo de su carga el asno del que te aborrece, no lo dejes abandonado. Ciertamente le ayudarás con él.
6 “No pervertirás el derecho del necesitado en su pleito.
7 Te alejarás de las palabras de mentira, y no condenarás a morir al inocente y al justo; porque yo no justificaré al culpable.
8 “No recibirás soborno, porque el soborno ciega a los que ven con claridad y pervierte las palabras de los justos.
9 “No oprimirás al extranjero; pues ustedes saben cómo es el ánimo del extranjero, porque ustedes han sido extranjeros en la tierra de Egipto.
10 “Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto.
11 Pero el séptimo la dejarás sin cultivar y vacante, para que coman de ella los necesitados de tu pueblo y para que de lo que quede coman también los animales del campo. Lo mismo harás con tu viña y con tu olivar.
12 “Seis días te dedicarás a tus labores; pero en el séptimo día cesarás, para que descansen tu buey y tu asno, y renueven fuerzas el hijo de tu sierva y el forastero.
13 “Guardarán todo lo que les he dicho. No mencionarán los nombres de otros dioses ni se los oiga en sus labios.
14 “Tres veces al año me celebrarás fiesta:
15 “Guardarás la fiesta de los Panes sin levadura. Siete días comerás panes sin levadura, como te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en él saliste de Egipto. Y nadie se presentará delante de mí con las manos vacías.
16 “Guardarás también la fiesta de la Siega, las primicias de los frutos de lo que hayas sembrado en el campo. “También guardarás la fiesta de la Cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido del campo el fruto de tus labores.
17 “Tres veces al año se presentarán todos tus hombres delante del SEÑOR Dios.
18 “No ofrecerás la sangre de mi sacrificio junto con algo que tenga levadura. “No quedará el sebo de mi ofrenda hasta la mañana.
19 “Traerás lo mejor de las primicias de tu tierra a la casa del SEÑOR tu Dios. “No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
20 “He aquí, yo envío un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te lleve al lugar que yo he preparado.
21 Guarda tu conducta delante de él y escucha su voz. No lo resistas, porque él no perdonará la rebelión de ustedes, pues mi nombre está en él.
22 Pero si en verdad escuchas su voz y haces todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
23 Porque mi ángel irá delante de ti y te llevará a la tierra de los amorreos, heteos, ferezeos, cananeos, heveos y jebuseos, y yo los destruiré.
24 No te inclinarás ante sus dioses ni les rendirás culto, ni harás como ellos hacen. Más bien, los destruirás del todo y romperás por completo sus piedras rituales.
25 Pero servirás al SEÑOR tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré las enfermedades de en medio de ti.
26 No habrá en tu tierra mujer que aborte ni mujer estéril. Al número de tus días yo daré plenitud.
27 “Yo enviaré mi terror delante de ti y traeré confusión a todo pueblo donde tú entres. Haré que todos tus enemigos huyan de delante de ti.
28 Yo enviaré delante de ti la avispa, la cual echará de tu presencia a los heveos, cananeos y heteos.
29 No los echaré de tu presencia en un solo año, para que la tierra no quede desolada ni se multipliquen contra ti las fieras del campo.
30 Poco a poco los echaré de tu presencia, hasta que multipliques y tomes posesión de la tierra.
31 Yo estableceré tus fronteras desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos; y desde el desierto hasta el Río. Yo entregaré en la mano de ustedes a los habitantes del país, y tú los echarás de tu presencia.
32 No harás pacto con ellos ni con sus dioses.
33 No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí; porque si rindes culto a sus dioses, ciertamente ellos te harán tropezar”.
El siguiente comentario cubre los Capítulos 19 al 23.
Pero habiendo terminado así el curso de la gracia, la escena cambia por completo. No celebran la fiesta en el monte, a donde Dios, como había prometido, los había llevado, los había "traído, llevándolos hacia sí como sobre alas de águila". Les propone una condición: si obedecían su voz, serían su pueblo. El pueblo, en lugar de conocerse a sí mismo y decir: "Aunque estamos obligados a obedecer, no nos atrevemos a ponernos en tal condición y arriesgar nuestra bendición, sí, asegurándonos de perderla", se comprometen a hacer todo lo que el Señor había dispuesto. hablado.
La bendición ahora tomó la forma de dependencia, como la de Adán, de la fidelidad del hombre así como de Dios. Aún más lejos estaba de estar, como la nuestra, basada en una redención cumplida y cumplida; ni siquiera se basó en una promesa incondicional, como en el caso de Abraham [1]. Sin embargo, al pueblo no se le permite acercarse a Dios, quien se escondió en la oscuridad. De hecho, asumieron la obediencia lejos de Dios, en un estado en el que no podían acercarse a Él en esa majestad a la que se debía la obediencia.
No obstante, Dios dio toda la solemnidad posible a la comunicación de su ley, y ve bien que el pueblo tema delante de él; pero ¿qué puede hacer el miedo para dar poder a una distancia de Él? El sentimiento puede, quizás, ser apropiado; pero no es propio comprometerse a obedecer en tal estado. El terror y la condición de obediencia cuando el pueblo está lejos de Dios: tal es el carácter de la ley, una regla enviada al hombre, tomada en su carácter más amplio, cuando el hombre no puede acercarse a Dios, pero se levanta una barrera, y la cuestión de la justicia como forma de vida suscitada y exigida al hombre cuando es pecador.
Moisés, cuando Dios hubo hablado al pueblo, y el pueblo no se atrevió más a escuchar, se acercó a la densa oscuridad, y recibió las instrucciones de Dios para el pueblo -instrucciones morales y generales- relacionadas con la posesión de la tierra, en en caso de que entraran en él de acuerdo con el pacto de la ley. Se señalan dos cosas en cuanto a la adoración: la obra del hombre, y su orden, en el que ciertamente se manifestará su desnudez; y están igualmente y juntos prohibidos por Dios.
Tenemos (como podemos observar por cierto) un hermoso tipo (cap. 21) de la devoción de Cristo a la iglesia ya Su Padre, y Su amor por nosotros. Habiendo ya cumplido fielmente Su pleno servicio como hombre, durante Su vida, permanecería como siervo aun en la muerte por el bien del Padre, la iglesia y Su pueblo. Él se hizo siervo para siempre. (Compare Juan 13 para el tiempo presente, y Lucas 12 incluso para la gloria).
Nota 1
Es importante que veamos que nuestra posición ante Dios no se basa en la promesa, sino en la redención cumplida. Todo lo que se refiere a eso y la base de nuestra seguridad de fe es la promesa cumplida. La gloria está en la esperanza.