Génesis 19:1-38
1 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al anochecer. Lot estaba sentado junto a la puerta de Sodoma, y al verlos se levantó Lot para recibirlos postrándose a tierra.
2 Y les dijo: — He aquí, señores míos, vengan, por favor, a la casa de su siervo; pasen la noche y lávense sus pies. Por la mañana se levantarán temprano y seguirán su camino. Pero ellos respondieron: — No, sino que pasaremos la noche en la calle.
3 Pero él les insistió mucho; así que fueron con él y entraron en su casa. Él les preparó un banquete; hizo panes sin levadura y comieron.
4 Pero antes de que se acostaran, los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo, rodearon la casa.
5 Y llamaron a Lot y le dijeron: — ¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácanoslos, para que los conozcamos.
6 Entonces Lot salió a ellos a la puerta, cerró la puerta detrás de sí
7 y dijo: — ¡Por favor, hermanos míos, no hagan tal maldad!
8 He aquí tengo dos hijas que todavía no han conocido varón: Las sacaré, pues, y hagan con ellas como les parezca; solo que no hagan nada a estos hombres, porque para esto han venido a la sombra de mi techo.
9 Ellos respondieron: — ¡Quítate de ahí! — Y añadieron — : Este vino aquí para residir como forastero, ¿y ahora habrá de erigirse como juez? Ahora te haremos a ti más daño que a ellos. Insistieron mucho con el hombre, con Lot, y se acercaron para romper la puerta.
10 Entonces los hombres extendieron las manos, metieron a Lot en la casa con ellos y cerraron la puerta.
11 Y a los hombres que estaban junto a la puerta de la casa, los hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de modo que se fatigaban por hallar la puerta.
12 Aquellos hombres dijeron a Lot: — ¿Tienes aquí a alguien más? Yernos, hijos, hijas; cualquiera que tengas en la ciudad, sácalos de este lugar.
13 Porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor de ellos ha llegado a ser grande delante del SEÑOR. Por eso el SEÑOR nos ha enviado para destruirlo.
14 Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de casarse con sus hijas, y les dijo: — ¡Levántense, salgan de este lugar, porque el SEÑOR va a destruir la ciudad! Pero a sus yernos les pareció que bromeaba.
15 Y al rayar el alba, los ángeles apremiaban a Lot, diciéndole: — ¡Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que están aquí, para que no seas destruido con el castigo de la ciudad!
16 Cuando se detenía, los hombres tomaron su mano, la mano de su mujer y las manos de sus dos hijas, por la misericordia del SEÑOR para con él. Lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad.
17 Y después de haberlos sacado fuera, le dijeron: — ¡Escapa por tu vida! No mires atrás ni te detengas en toda esta llanura. Escapa a la montaña, no sea que perezcas.
18 Lot le dijo: — ¡Por favor, no, señor mío!
19 He aquí que tu siervo ha hallado gracia ante tus ojos y has engrandecido tu misericordia que has mostrado conmigo dándome la vida. Pero yo no podré escapar a la montaña, no sea que me alcance el mal y muera.
20 He allí esa ciudad está cerca para escapar allá, y es pequeña. Deja que escape allá y salve mi vida. ¿Acaso no es pequeña?
21 Le respondió: — He aquí que también te he atendido con respecto a este asunto. No destruiré la ciudad de la cual has hablado.
22 Date prisa y escapa allá. Nada podré hacer hasta que hayas llegado allí. Por eso fue llamado el nombre de la ciudad Zoar.
23 El sol ya había salido sobre la tierra cuando Lot llegó a Zoar.
24 Entonces el SEÑOR hizo llover desde los cielos azufre y fuego de parte del SEÑOR sobre Sodoma y Gomorra.
25 Y trastornó aquellas ciudades, toda la llanura con todos los habitantes de las ciudades y las plantas de la tierra.
26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se convirtió en una columna de sal.
27 Abraham se levantó muy de mañana, fue al lugar donde había estado delante del SEÑOR
28 y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de la llanura. Y al mirar, he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno.
29 Y sucedió que cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó Dios de Abraham y sacó a Lot de en medio de la destrucción, al trastornar las ciudades donde Lot había estado.
30 Lot tuvo miedo de permanecer en Zoar y se fue de allí a la región montañosa, junto con sus dos hijas. Y habitaba en una cueva con sus dos hijas.
31 Entonces la mayor dijo a la menor: — Nuestro padre es viejo, y no queda ningún hombre en la tierra que se una a nosotras, como es la costumbre en toda la tierra.
32 Ven, demos de beber vino a nuestro padre, acostémonos con él y conservemos descendencia de nuestro padre.
33 Aquella noche dieron de beber vino a su padre. Luego entró la mayor y se acostó con su padre, pero él no se dio cuenta cuando ella se acostó ni cuando se levantó.
34 Y aconteció que al día siguiente la mayor dijo a la menor: — He aquí yo me acosté anoche con mi padre. Démosle de beber vino también esta noche, y entra tú y acuéstate con él, y conservemos descendencia de nuestro padre.
35 También aquella noche dieron de beber vino a su padre. Luego fue la menor y se acostó con él, pero él no se dio cuenta cuando ella se acostó ni cuando se levantó.
36 Así concibieron de su padre las dos hijas de Lot.
37 La mayor dio a luz un hijo y llamó su nombre Moab, el cual es el padre de los moabitas hasta hoy.
38 La menor dio a luz un hijo y llamó su nombre Ben-amí, el cual es el padre de los amonitas hasta hoy.
Lot, en el capítulo siguiente, debido a su conexión con el hombre celestial, depositario de los consejos y la sabiduría de Dios, e intercesor, él mismo en la llanura de este mundo, que había elegido, como lo han hecho los judíos, es entregado por poder providencial. ; pero pasa por la tribulación, y sufre la pérdida de todo aquello por lo cual había rechazado la condición celestial, y buscado la tierra, tan ignorante del juicio como lo era del tesoro celestial.
Tal es la posición de las personas de fe cuando se hunden en el mundo del juicio. Abandonado pronto a la incertidumbre de la incredulidad en presencia del juicio visible, busca refugio en ese lugar de la bendición de Abraham al que antes había tenido miedo de huir, y que antes había abandonado por la tranquilidad de la llanura bien regada; pero él está en tinieblas miserables, el padre de una espina perpetua para el pueblo de Dios.
Pero esta última parte sólo se da históricamente, para que Israel pueda conocer el origen de Moab y Amón; y proporciona un principio general para todos los tiempos. Así la fe tenía su lugar, y el mundo había sido juzgado. Así será en los días del Hijo del hombre; pero aquí el heredero aún no es realmente traído, sino esperado, y el camino de la fe, o lo contrario, hasta que Él venga representado.